jueves, 15 de diciembre de 2011

PATA INFERIOR IZQUIERDA


A seis mil trescientos cincuenta kilómetros de profundidad y a seis mil setecientos grados centígrados, las ondas de una energía invisible continúan su trayecto en busca de la superficie. Atraviesa interminables distancias de fuego, lava y rocas que; a medida que se aleja del núcleo, se van enfriando. Cavernas subterráneas. Madrigueras de criaturas aún no descubiertas. Lagos abismales. Miles de kilómetros de roca. Huesos de Tiranosaurio Rex. Pozos de alquitrán. Yacimientos de carbón y diamante. Tierra húmeda y fría. Una viga de acero. Cemento. Escaleras. Madera. Tapete. Finalmente, la energía que nadie puede ver, llega a la pata inferior izquierda de una cama. Ahí la energía invisible aguarda sin afanes ni desesperos, pues no vive de tiempos. El momento exacto para continuar con su trayecto sucede cuando el dedo más pequeño de un pié choca contra la pata izquierda de la cama, la energía sube por el pie, pasa por el talón, atraviesa tendones y los conectores nerviosos. Sube por la pantorrilla, la rodilla el muslo y la cadera. Llega a la espina dorsal, que es una autopista hasta el cerebro, y esa energía invisible se  divide por dos caminos sin perder fuerza. Parte de ella baja por la cabeza hasta las cuerdas vocales y se transforma en un malditotriplehijueputaqueteremilpariócamadelasmilmierdas. La otra parte de la energía baja por el hombro derecho, el bíceps, la mano, que pierde su forma de mano y se metamorfosea en un puño que se estrella contra la pared. Baja por varias vigas de acero. Atraviesa varios kilómetros de tierra húmeda y fría. Atraviesa yacimientos de carbón y diamante, pozos de alquitrán, huesos de Tiranosaurio Rex, lagos abismales y atraviesa todas esas cosas hasta llegar a alguna pata inferior izquierda de una cama en China. Igual que las veces anteriores, la energía aguarda el momento indicado para continuar su trayecto por medio de otro dedo pequeño del pie de algún desprevenido. Pasan días, semanas y meses y nada pasa aún. Nunca había pasado tanto tiempo sin que la energía provocara una tronchada de dedo, eso no era normal. Acostumbrada a recorrer las entrañas del planeta y a estar siempre en movimiento, ahora empieza a perder su paciencia en esa pata. Un extraño "bip…bip" y un letrero que dice "pabellón de comatosos" son la razón del porqué nadie camina cerca a la cama. Varias semanas pasaron hasta que una figura oscura se acercó a la cama. Un poco más un poco más pensó la energía, hasta que. Ahí lo tiene. Un dedo pequeño del pie acaba de chocar con la pata izquierda. La energía trepa a través de huesos sin carne: falanges, calcaneo, tibia, fémur, todas las vertebras hasta llegar a un cráneo vacío y aún así la energía nuevamente tomó dos rutas; una por la boca sin lengua ni carne pero aún así dijo: "malditotriplehijueputaqueteremilpariócamadelasmilmierdas, muéranse todos", brinca sobre un pie mientras se soba el otro. La otra parte de la energía baja a través de la clavícula, el húmero, el radio y el cúbito, las falanges hasta llegar a la enorme guadaña sostenida por su mano, la cual agitó y golpeó contra el piso. La energía vuelve a empezar su viaje hasta el otro lado del mundo, dejando atrás un encapuchado con una guadaña, saltando como una niña y unos ciento cincuenta muertos en el hospital.

sábado, 4 de junio de 2011

HNOS GASCA

Veinte minutos antes de empezar el espectáculo, varias familias están haciendo fila para entrar al circo. Ven que algunos empleados salen con unas enormes canecas y con ellos también sale un olor acre penetrante. Al ver esto la gente no hace preguntas porque las preguntas arruinan el encanto del espectáculo. Uno de los empleados tropieza con una piedra y hace que una caneca se de vuelta y su contenido cae al el piso. Lo primero que se ve son unos bultos grises de interior rosado, entre esos pedazos del rompecabezas se alcanza a ver una pequeña trompa arrugada, pero eso no importa porque la gente olvida fácil. Muchos empleados salieron corriendo a levantar lo que nadie debía ver, y en ese momento la fila que llevaba veinte minutos quieta, empezó a avanzar.  

Las luces se apagan. Suenan los redoblantes, y cuando las luces vuelven a aparecer, unas cincuenta familias en medio de un terrible olor a meados y sentados en unas gradas de madera medio podridas, empiezan a aplaudir y con cada aplauso, los meados y la madera húmeda desaparece, porque la gente olvida fácil. Hace su aparición Big Boy, un elefante asiático de cuatro toneladas que tiene un adorno dorado en la cabeza, como los que se ponen las bailarinas árabes pero cinco veces más grande. Big Boy aparece acompañado de su adiestrador quien lo lleva al centro del escenario donde hay una silla giratoria relativamente pequeña. Todos ven que el elefante sube una pata delantera a la silla giratoria y la otra queda en el aire, dejando sólo las dos patas traseras apoyadas en el piso. Eso es lo que ve la gente, pero el elefante ve la fusta blanca que el entrenador tiene en la mano. Todos ven como eleva una de las patas traseras y la flexiona como si fuera un equilibrista. Big Boy sigue viendo la fusta. En un increíble acto de coordinación y equilibrio, levanta la otra pata trasera y queda apoyado únicamente en la pata que esta sobre la silla giratoria, haciendo que las cuatro toneladas del elefante den vueltas como bailarina de caja musical. El público aplaude y grita eufórico. Cuando deja de girar y las cuatro patas de Big Boy vuelven a tierra, la gente ve al elefante más increíble del mundo. Big boy sigue mirando la fusta. Luego a su entrenador, algo pasa por su cabeza y su mirada cambia. Su cuerpo avanza hacia él como un tanque de guerra. El entrenador trata de huir pero pierde el balance. Big Boy lo patea como si fuera una pelota y el hombre trata de defenderse, una patada y ahora tiene los brazos fracturados, otra patada en el tórax y tiene  hemorragias internas. La gente sale despavorida corriendo por el horror de un espectáculo que pierde el encanto de la ficción y se vuelve real. Big Boy inclina su enorme cabeza y aplasta el cuerpo de su entrenador con la trompa. La gente olvida fácil, pero Big Boy se acuerda de del trato de sus sus entrenadores a él y a su cría de dos años. A Big Boy no se le olvida el momento en que su pequeño dejó de reaccionar a los golpes. Después de asegurarse que ningún hueso del entrenador quedara completo, el elefante sale de la carpa enloquecido.   La policía llega y abre fuego contra el paquidermo.
Antes la gente lo quería, lo amaba por hacer el número de la silla giratoria pero la gente olvida fácil. Ahora lo quieren ver muerto por lo que hizo con el entrenador. Al caer al piso después de una fuerte balacera, todos habían olvidado a la estrella del espectáculo, pero nunca iban a olvidar al elefante asesino.

miércoles, 13 de abril de 2011

LOS ORGASMOS DE LA TIERRA


Muy en el fondo, lejos de la superficie, donde la luz pierde toda su velocidad, se reúne un enorme grupo de cetáceos. Azules, grises y de Groenlandia; cachalotes y francas australes, Rocuálos y uno que otro narval  empiezan a nadar en círculos al rededor de un solo punto. Nado sincronizado donde cada uno de estos seres alados es parte del baile y parte de la orquesta a la vez. Violines, violas, violonchelos, contrabajos, trombones, flautines y clarinetes nadan con calma pero con fluidez. Poco a poco a la orquesta se le suman más instrumentos: segundos violines, flautas y fagotes. Sinfonía líquida, lenta pero más larga que los hilos de luz, que llegando al fondo del agua se ahogan. Los violines mueven sus colas con más fuerza, avanzan con más velocidad, sus notas alteran las olas profundas que aún no son olas. Los siguen segundos violines y las violas y los clarinetes y los contrabajos y se suman tambores y tubas y la música pierde su calma en un creccendo inminente, que acelera los latidos del mar, y cada cosa que existe en él entra en éxtasis y en pánico. En el centro, el remolino  empieza a crecer y a crecer y todo lo que está arriba es llevado abajo, más abajo de lo profundo. El océano abre su mandíbula y el mundo grita, y la música sigue y sigue. Acelera la música, más rápido, más caótica y más bella. La gran boca del mar toma fuerza propia y todas las ballenas se dejan llevar, y así sin resistirse se funden unas con otras en una gran ballena que crece y se hace mas grande, robusta y al tiempo es llevada al fondo. Cuando toca el lecho, la tierra se la traga de un gran mordisco y la música desaparece dejando un sonido sordo y el remolino pierde fuerza. Ahora es sólo agua sin poderes. El tiempo cesa donde nunca hubo tiempo. Burbujas, algas, la luz planchando las olas de nuevo, y cuando todo había dejado de pasar, se abre la tierra del fondo, rocas fundidas, rojas y negras, sangre fluorescente, una enorme herida cada vez más abierta. La gran ballena hecha de todas las otras ballenas, con cientos de aletas, ojos y espiráculos, emerge de lo profundo, pero ahora es de piedra, rocas, llamas y ceniza que sube con fuerza agitando su poderosa cola. La reciente calma que adquirió la superficie desaparece. Del agua se eleva el enorme cetáceo de piedras flamantes como un cohete, dejando un enorme rastro de humo y lava, agua ardiente y helada al tiempo. Se mantiene unos segundos en el aire y luego cae en poderosa picada. El mar le da de nuevo la bienvenida con olas de cientos de metros, baja y baja, la ballena hasta tocar fondo. La música reaparece y todo tiembla, todo, hasta la tierra misma se vuelve líquida y licuada. La música acaba y el público se levanta aplaudiendo y gritando "que se repita, que se repita", pero todos saben que es una sinfonía irrepetible.

miércoles, 9 de marzo de 2011

LA CENA



Al oprimir el botón negro y girar la perilla simultáneamente, la chispa eléctrica, que es visible y desaparece en un mismo segundo, se encuentra con el gas, para darle vida a la llama. Inofensiva en apariencia, deja al cocinero controlar su intensidad con  la condición de nunca ser olvidada por sus ojos. Manteniendo éste acuerdo, una sartén cubierta por aceite se posa sobre ella. El verde y rojo del pimentón empiezan a nadar con rodajas blancas de cebolla en el chisporrotean aceite. A diferencia de una pintura, estos colores tienen sabor y olor. Simultáneamente en otra sartén la temperatura de un líquido espeso y marrón aumenta. 
Las leyes aquí son las mismas que en cualquier todo lado, creaciones a partir mezclas, creaciones a partir de destrucciones: dar muerte esas pequeñas individualidades de cada elemento, fusionarlo con otros y dar vida a uno nuevo. 
A la piscina ardiente llegan varios trozos de carne cruda y toda la armonía sonora que se había obtenido hasta ese momento cambia; la carne, por un instante calla todos los sonidos con un gran shhhshshhshhh. Tajadas de varios exchampiñones caen sobre la salsa marrón hasta ahogarse en el fondo de la olla. El fuego y las otras mezclas, que le cambiaron el color a la carne por un lado, ahora se lo cambian al otro.
Varias gotas de aceite saltan de dolor fuera de la sartén, cosa que obliga al cocinero a pasar un trapo alrededor de la estufa constantemente. El olor de las mezclas se hace cada vez más fuerte anunciando que se acerca con inminencia la hora esperada.
El sonido de un celular interrumpe la alquimia culinaria. Un “hola” es seguido de un “no entiendo” y varios “¿porque?”, acompañados de manoteos. 
La tensión que existe entre el creador y su obra aumenta cuando la creación siente que ya no tiene toda la atención inicial y siguiendo las leyes del sentido común, hace lo necesario para llamar su atención.
Aumentan los manoteos, el volumen de las palabras y la distancia de los pasos entre la cocina y el cocinero. La llama ve que su frágil relación con el cocinero se ha roto y cuando no queda nada más por quemar en la sartén, la llama busca que consumir en otro lado.
La atención del cocinero vuelve a la cocina y abandona el celular al ver que el fuego ha consumido rápidamente el trapo de limpieza y ya está trepando por uno de los muros de madera.
Con otro trapo y movimientos desesperados trata de calmar al fuego, pero se da cuenta, que ya no tienen ningún poder. 
Las llamas llegan al techo y se apoderan de territorios fuera de la cocina. El aire empieza a desaparecer y el cocinero abandona el intento de apagarlas e intenta huir, pero el fuego llega antes que él a la puerta y le impide la salida. El cocinero llama por el celular y se escuchan palabras como “se quema” y “asfixiado”. Ahora el fuego es quien cocina y el cocinero es su plato. El color hueso de las paredes empieza a quedar completamente asado, el mini componente de la sala se fusiona con el tapete y las cortinas, convirtiéndose en crema de sala contemporánea, un poco pasada de candela. Salsa de televisor plasma en sabanas de seda. Vigas de cemento y madera al carbón. Después de varios minutos, el olor de las mezclas dice que la hora ha llegado, la cena está lista. 

domingo, 27 de febrero de 2011

PINTURA LENTA

Tierra pintada de amarillo, de uno reseco, sin brillo, amarillo partido por la mitad y esa mitad partida en muchos pedazos. Amarillo lleno de paciencia, que con tranquilidad observa como el tiempo pinta con brochazos impresionistas todo a su alrededor, casi siempre sin salpicarlo. Mira arriba esperando, sin desesperarse, a que el sol se aburra de estar en un cielo sin nubes; cuando eso pase, las nubes se vestirán de artistas y lo pintarán todo y caerán millones de pincelazos azules que se mezclarán con el paciente amarillo y mutarán a un verde tímido que poco a poco dejará la timidez y ese verde crecerá hacia todos lados, y nacerán más clases de verdes y tendrán muchas formas y a ese verde le saldrán más cosas: flores, árboles, maíz, platanos, hormigas, y en algún momento, por tanta agua, habrá barro, y de ese barro saldrá una cabeza y unos hombros y un par de brazos, con codos y dedos y uñas, y al otro extremo de los dedos saldrá un torso con dos senos y un ombligo y dos piernas y en el medio de las piernas una vagina, un portal a otro mundo, y a esa cabeza le saldrá una nariz, dos ojos, dos cejas, una boca y un lunar; y algún día a ese fruto de la tierra le será quitada una costilla y de esa costilla nacerá un fruto igual de bello, y se sentarán en el verde a mirarlo todo, a olerlo todo; se contarán cuentos, se darán besos, después se odiarán y se matarán y se llorarán estando muertas y se arrepentirán y esos llantos se fusionarán con el viento que recorrerá la tierra como una canción infinita, pero, por ahora, el amarillo contempla el sol y disfruta de ser lo que es, un color sin brillo, partido por la mitad, paciente, sin preocuparse por nada más.