Por
favor, no piense mal, pero tengo miedo. Hace un tiempo leí que las cosas a las
que más les tememos, en el subconsciente, las deseamos.
Tengo
miedo, de que las veces en que mi mamá se ha demorado en llegar a la casa y yo
me he asustado porque le pudo pasar algo, en realidad lo haya deseado.
Tengo
miedo de haber deseado que vaya en el carro en plena autopista a unos setenta
kilómetros por hora.
De
haber deseado que mientras va manejando, le suena el celular y ella contesta
con el manos libres. Recibe la llamada del coordinador de disciplina del
colegio y ella se alarma un poco, ya que son las nueve de la noche y es una
hora inusual para una llamada de esas. Ella pregunta si algo me ha pasado y el
coordinador dice que no me ha pasado nada, pero que yo sí he hecho algo. La
velocidad aumenta a setenta y cinco kilómetros. ¿Qué pasó?, ¿qué hizo Juan? El
coordinador dice que la espera mañana a primera hora, que es grave. Ella le
dice entonces, para qué mierda me llama si no me va a decir nada, simplemente
me hubiera citado. Ochenta kilómetros. Ella lo dice tan brava que el
coordinador accede y le dice que me sorprendieron en el salón de profesores,
frente a la profesora de biología Janeth, masturbándome. Noventa y cinco
kilómetros. Le dice que la profesora se quedó pasmada, y que yo eyaculé encima
de ella y en su cartera. La llamada deja a mi mamá en estado de shock. Ciento
veinte kilómetros. Semáforo en rojo. Ella no frena. No piensen mal de mí, pero
creo haber deseado que un bus intermunicipal cargado de gente, va a cien
kilómetros por hora y el semáforo cambia a verde en el momento justo para no
frenar. Arroya el carro de mi mamá haciendo que dé varios giros en el aire, y
quede aplastado contra un muro de concreto a varios metros de la vía. La
policía, las ambulancias, las luces rojas y azules con chillonas sirenas
revientan los tímpanos. Las sierras eléctricas cortando pedazo tras pedazo de
metal azul del carro, tratando de abrirse paso hasta la cabina. Metal se mezcla
con sangre y hace que la sangre sepa más a metal.
Cuando
la fantasía llega a un punto de no retorno, cuando los paramédicos y la policía
llegan a la cabina para rescatar el cuerpo, en ese justo momento, mi mamá abre
la puerta de la casa y me pregunta: ¿cómo te fue en el colegio?, y yo le digo:
Bien.