domingo, 27 de febrero de 2011

PINTURA LENTA

Tierra pintada de amarillo, de uno reseco, sin brillo, amarillo partido por la mitad y esa mitad partida en muchos pedazos. Amarillo lleno de paciencia, que con tranquilidad observa como el tiempo pinta con brochazos impresionistas todo a su alrededor, casi siempre sin salpicarlo. Mira arriba esperando, sin desesperarse, a que el sol se aburra de estar en un cielo sin nubes; cuando eso pase, las nubes se vestirán de artistas y lo pintarán todo y caerán millones de pincelazos azules que se mezclarán con el paciente amarillo y mutarán a un verde tímido que poco a poco dejará la timidez y ese verde crecerá hacia todos lados, y nacerán más clases de verdes y tendrán muchas formas y a ese verde le saldrán más cosas: flores, árboles, maíz, platanos, hormigas, y en algún momento, por tanta agua, habrá barro, y de ese barro saldrá una cabeza y unos hombros y un par de brazos, con codos y dedos y uñas, y al otro extremo de los dedos saldrá un torso con dos senos y un ombligo y dos piernas y en el medio de las piernas una vagina, un portal a otro mundo, y a esa cabeza le saldrá una nariz, dos ojos, dos cejas, una boca y un lunar; y algún día a ese fruto de la tierra le será quitada una costilla y de esa costilla nacerá un fruto igual de bello, y se sentarán en el verde a mirarlo todo, a olerlo todo; se contarán cuentos, se darán besos, después se odiarán y se matarán y se llorarán estando muertas y se arrepentirán y esos llantos se fusionarán con el viento que recorrerá la tierra como una canción infinita, pero, por ahora, el amarillo contempla el sol y disfruta de ser lo que es, un color sin brillo, partido por la mitad, paciente, sin preocuparse por nada más.